Ataque de pánico, qué es y cómo controlarlo

El ataque de pánico o crisis de ansiedad se produce cuando nuestro cuerpo sufre una cantidad de estrés superior a la que puede llegar a soportar. Durante toda nuestra infancia y nuestra adolescencia nos creemos invencibles. Nunca nos ponemos malos, nunca nos rompemos un hueso, nos recuperamos de cualquier cosa en cuestión de días mientras que otros tardan mucho más tiempo en hacerlo y todo eso provoca que no hagamos caso en absoluto a las señales que nos da nuestro cuerpo de que no podemos continuar por este camino.

Imaginemos que hemos pasado todo el día de fiesta, bailando, bebiendo y consumiendo mucha energía, un día, tras otro día y otro día más. El cuerpo está llegando al límite de sus posibilidades y te pide descanso. Sin embargo, cuando nos sentamos en el sofá a mirar la televisión y pasamos prácticamente de 100 a 0 en muy poco tiempo cuando nuestro organismo se siente desconcertado pues no está en absoluto acostumbrado a ese ritmo de vida pues nosotros le hemos impuesto uno mucho más alto.El fenómeno sería parecido al que ocurre cuando estamos en una zona de mucho calor y de pronto salimos de allí y hace un frío muy grande en comparación. Nuestro cuerpo, habituado a otra temperatura, se constipa. Con las emociones pasa lo mismo, un brusco cambio de ritmo en nuestros quéhaceres nos lleva al colapso. Pero mantener el ritmo tan alto, tampoco es la solución.

Síntomas para saber qué estás teniendo un ataque de ansiedad

Si ya te ha dado antes un ataque de pánico o ansiedad lo normal es que conozcas de sobra los síntomas, sin embargo si es la primera vez que te ocurre y necesitas saber cuáles son los indicios físicos más importantes para saber que estás teniendo uno de estos ataques, debes saber que son los siguientes:

-Palpitaciones

-Dolor en el pecho o la nuca

-Tu corazón se acelera

-Respiras de manera forzada y apresurada

-Sensación de ahogo y de que no puedes respirar

-Mareos

-Manos y pies fríos

-Ganas de vomitar

-Escalofríos y temblores

-La luz te molesta más de lo normal

-Sudas por todo el cuerpo

-Dificultades para comunicarte con normalidad

-Te sientes débil e inestable

-Sentimiento de miedo muy fuerte ante la muerte

-Deseo de escapar del lugar en el que se produjo la crisis.

No es necesario tener todos estos síntomas pero si tienes varios de ellos es muy probable que te encuentres ante una situación de ansiedad.

Personas especialmente vulnerables a sufrir ataques de ansiedad

Generalmente las mujeres son más vulnerables a sufrir ataques de ansiedad que los hombres. Del mismo modo, es más probable sufrir un ataque de ansiedad durante la adolescencia y los primeros años de la edad adulta que ya con una edad más avanzada.

Los ataques de ansiedad pueden, de algún modo, heredarse de padres a hijos, por lo que si tienes antecedentes familiares, es posible que seas una persona con una mayor probabilidad de padecerlos.

Tras el fallecimiento o haberte enterado de que un ser querido está gravemente enfermo, también es más probable que tengamos un ataque de ansiedad, lo mismo que si hemos vivido alguna experiencia traumática que nos ha marcado. El tabaco, la cafeína excesiva o los cambios bruscos que se produzca en nuestra vida, también pueden favorecer que tengamos ataques de pánico.

Cómo controlar el pánico y prevenirlo

Si te encuentras en medio de una crisis de pánico debes de recordar diez reglas fundamentales para que todo vuelva a la normalidad.

1º Debes pensar que lo que te está pasando es fruto del estrés, así que debes de tratar de relajarte a toda costa.

No vas a morirte. No vas a hacerte daño. Por muy desagradable que sea esa sensación que estás percibiendo es todo fruto de tu imaginación. Las cosas no pueden ir a peor.

Sé positivo. Si comienzas a pensar en cosa que puedan empeorar la situación vas a ponerte peor, así que trata de ser optimista.

Observa lo que le está pasando a tu cuerpo detenidamente y no en lo que podría llegar a pasar. Si nos abstraemos y dejamos de engrandar el problema será mucho más fácil que podamos solucionarlo.

Acepta lo que te está sucediendo. Si tratas de luchar contra lo que te está pasando te entrará una mayor ansia, te sentirás peor. En cambio, si te dejas llevar, todo acabará por desvanecerse y volverá a sentirte bien.

Deja de alarmarte. Esto es lo mejor que puedes hacer para lograr que el temor se esfume.

Afronta tus miedos. Si huyes de ellos no lograrás progresar y el ataque de pánico volverá a presentarse ante tu vida. En cambio si los aceptas y los vives como algo normal habrás dado un gran paso para que nada de esto vuelva a suceder.

8º Piensa en lo bien que vas a sentirte cuando hayas superado este momento y lo orgulloso que te sentirás de haber superado esta faceta.

9º Tan pronto cómo comiences a sentirte mejor, sigue tranquilo, no te alarmes, y piensa en cosas relajantes que podrás hacer una vez y te pongas bien del todo.

10º Cuando estés bien del todo, prosigue en un estado de relajación, no te excites demasiado, ni corras ni te esfuerces.

¿Es necesaria tomar medicación para evitar ataques de ansiedad?

Cuando una persona sufre de ataques de ansiedad de manera crónica, la medicación puede ser un importante remedio para prevenir estos ataques. Los ISRS o lo que es lo mismo, los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina son los medicamentos más utilizados para tratar los ataques de pánico.

Sin embargo también pueden tratarse con otros medicamente como antideprevisvos, inhibidores de la monoaminooxidasa y similares. Podemos apuntar pues que, en algunos casos concretos la medicación sí puede llegar a ser necesaria, pero más para tratar pacientes crónicas o con predisposición a padecer estos ataques que para casos más puntuales.

Técnicas de relajación

Existen muchas técnicas de relajación que son realmente beneficiosas para solventar una crisis de pánico. Algunas de ellas se basan en la visualización de imágenes que te produzcan comodidad y comfort, imaginar que estas en esos lugares hará que te relajes por completo, que disminuyas la frecuencia cardiaca o sientas como tus brazos y tus piernas se van relajando cada vez más.

Otro método para relajarnos es hacer todo lo contrario, es decir, ir tensando poco a poco todos nuestros músculos para luego hacer lo contrario, relajarlos y así poder percibir mejor la diferencia entre tener todo nuestro cuerpo tenso y luego tenerlo totalmente relajado. A este método se le denomina como relajación muscular progresiva.

Además, siempre puedes relajarte con un buen masaje, realizando ejercicios de relajación profunda en los que inspiras por la nariz y luego expiras por la boca, o realizando actividades como Taichí, Yoga, Meditación, Hidroterapia, Musicoterapia, Aromaterapia, etc.