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Agorafobia, un trastorno más común de lo que puedas imaginar

Los trastornos y problemas que se crean en la mente suelen ser incluso más peligrosos de los físicos, porque llegan a un nivel más profundo  y complicado de tratar. Hay fobias que son totalmente comprensibles, y otras que son algo más extrañas, y aun así, mucho más comunes de lo que podríamos imaginar. Hay quien le tiene miedo a la oscuridad o a las alturas, que son algo lógico, pero también quien les tiene miedo a los espacios abiertos, sitios de donde puede ser complicado escapar en una situación peliaguda. Eso es justamente lo que expresa la agorafobia, un trastorno que puede llegar a ser muy peligroso para aquellas personas que lo sufren, ya que les impide tener una vida normal, sobre todo si no lo pueden controlar.

Una forma de miedo que se inocula en nuestra mente y que nos hace sufrir de angustia y terror en determinadas situaciones que para cualquiera son normales, pero que a nosotros nos causan auténtico pavor. Pueden ser conciertos en salas cerradas con una granmultitud a nuestro lado, o también en espacios abiertos donde en realidad estamos solos y no podemos pedir ayuda. Ese punto también es importante a la hora de entender el problema, el de la incapacidad para ser ayudados en una situación concreta, que también puede derivar en agorafobia. Es un trastorno que afecta a millones de personas en todo el mundo, y aunque se puede tratar, suele ser crónico, hay que aprender a convivir con él.

Qué es la agorafobia

Podríamos definir la agorafobia de una forma sencilla como el miedo a los lugares donde es complicado escapar o encontrar ayuda en una situación compleja. Esto nos puede llevar desde salas y espacios grandes en los que literalmente estamos encerrados durante un tiempo, hasta espacios abiertos en los que puede ser complicado ser ayudados o escapar, por las condiciones, como por ejemplo el mar. La agorafobia puede afectar de una manera intensa, impidiendo que la persona que las sufre pueda estar en un lugar concreto o subirse a un ascensor, por ejemplo, o también puede ser mitigada y controlada, sobre todo gracias a terapia, para permitirle a esa persona una vida más normalizada.

El origen de este miedo

Es tan complicado entender el origen de un miedo tan diferente que la mayoría de expertos no se ponen de acuerdo en cuál es el germen de la agorafobia. Muchos piensan que puede ser un miedo adquirido, como muchos de los que sufrimos, por culpa de una mala experiencia en uno de estos espacios. Por ejemplo, el habernos perdido en unos grandes almacenes y haber sufrido entonces un ataque de pánico durante varios minutos, sin que nadie pudiera venir a socorrernos. Este tipo de experiencias pueden marcarnos tanto que acaben creándonos una especie de trauma que luego nos impida estar en ese tipo de espacios, ya que podemos repetir la misma ansiedad de ese momento. Es una de las múltiples explicaciones aceptadas como origen de este problema.

Quiénes lo padecen

En realidad, y ciñéndonos a lo que explicamos en el párrafo anterior, es un trastorno que puede sufrir cualquier persona, sobre todo si tiene su origen en una situación del pasado. Es cierto que este tipo de trastornos pueden afectar más a personas que tengan ya de por si una mente algo más débil, gente que tenga miedo a las multitudes, por ejemplo, o que haya desarrollado cierta facilidad para sufrir ataques de pánico y angustia. Es habitual que se den sus primeros síntomas entre los 25 y los 30 años, aunque también puede darse en personas más jóvenes. Hay temporadas en las que la persona puede sufrir ataques continuos y otras en las que la cosa remite bastante, dependiendo por ejemplo de su nivel de estrés previo.

¿Hay forma de tratar la agorafobia?

Como cualquier trastorno, puede ser tratado a través de terapia psicológica, consiguiéndose en la mayoría de los casos muy buenos efectos para hacer remitir el trastorno, si no por completo, al menos sí en buena parte, para permitir que estas personas tengan una vida lo más normal posible y puedan estar en lugares abiertos con mucha gente sin sufrir ataques de pánico. El enfrentarse precisamente a esas situaciones puede ayudarles a combatir el miedo, sobre todo si ha comenzado por una mala experiencia, porque al final esa persona entenderá que esa mala experiencia fue solo algo puntual, y que no se dará en todos los momentos que pase en lugares tan amplios. Todo ello acompañado por alguien de confianza, para prestarle ayuda en caso de necesitarla.

Asociaciones que ayudan a personas que la sufren

El trastorno afecta a un número tan elevado de personas que incluso hay asociaciones que se dedican a ayudarles, a proponerles apoyo en todo momento para que puedan sobreponerse a dicho problema y con la ayuda de otras personas como ellos, superarlo en la medida de lo posible. Existen asociaciones que ayudan a los agorafóbicos y también a las personas que tienen ataques de pánico, porque al final ambos pueden pertenecer al mismo grupo para su posible recuperación. Este tipo de asociaciones son un lugar perfecto para entender mucho mejor nuestro trastorno y sentir que no somos un “bicho raro”, sino que hay muchos como nosotros, que también tienen miedo a estas mismas cosas. Lo mejor es acudir, eso sí, a los especialistas psicólogos, para tratar el tema de raíz.