¿Qué es el apego evitativo en la pareja?

La manera en la que nos relacionamos con los demás tiene mucho que ver con la forma en la que hemos sido criados. Esa es, al menos, la idea desde la que parten muchas teorías dentro de la psicología, para explicar como de adultos nos comportamos de una u otra forma con las personas que tenemos a nuestro lado. Desarrollamos nuestra conciencia, y tratamos de adaptarnos a cada momento y situación, pero la manera en la que nos vinculamos a los demás profundiza sus raíces en nuestros primeros años. Siempre se dice que la forma en la que hemos sido educados, cuidados y queridos en la infancia nos señalará el camino para nuestras relaciones futuras. Que en muchas ocasiones repetiremos ciertos patrones, porque son los que hemos aprendido de nuestros familiares más cercanos. Por ejemplo, si en casa no se dan abrazos ni se expresan los sentimientos de una manera habitual, es normal que entendamos que esa es la forma habitual de vincularse.

El ser humano se adapta y aprende a través de la experiencia, pero es cierto que a veces cuesta mucho quitarse de encima esa “mochila” con la que cargamos desde que somos críos. Empezando por darnos cuenta de que estamos generando relaciones poco sanas por ciertos conflictos internos que, en realidad, se pueden solucionar fácilmente. Somos como somos, pero eso no impide que podamos trabajar en nosotros mismos para mejorar nuestras relaciones, o nuestra forma de vincularnos. Ocurre que en muchos casos, cuando pasamos por demasiadas relaciones fallidas en poco tiempo, pensamos que estamos teniendo mala suerte, o que hay algo en los demás que no encaja con nosotros. Este pensamiento idealista de sentirnos especiales en todo momento, de no hacer autocrítica, conlleva la propagación de ciertos problemas que, de otra manera, serían fácilmente solucionables. Como los que tienen que ver con el apego y la forma en la que nos vinculamos a los demás, especialmente cuando hay un patrón evidente para todos excepto para nosotros mismos. Hoy vamos a hablar del apego evitativo y lo vamos a centrar en las relaciones de pareja, para explicar mejor este tipo de vinculación.

Una teoría psicológica sobre los apegos

Las teorías sobre el apego surgieron en la segunda mitad del siglo XX. En base a diversos estudios realizados por psicólogos y etólogos en diferentes partes del mundo, se llegó a una teoría unificada para explicar cómo era la relación entre los bebés y sus cuidadores. Tomando como referencia esa relación, se extrajeron diferentes conclusiones, elevando el tipo de cuidados recibidos con la forma en la que esos niños se vinculaban posteriormente en la adultez. Existen diferentes tipos de apego, entre los que destacan el apego ansioso, el desorganizado y el evitativo. La teoría sostiene que la influencia del cuidador es decisiva en los primeros meses de vida del niño, pero también a lo largo de su infancia e incluso adolescencia. La manera en la que se vincula ese ser humano en su adultez tiene mucho que ver con el tipo de cuidados que ha recibido en esa etapa formativa.

Falta de cuidados en nuestra infancia

Al hablar de apego evitativo debemos ser muy concretos con el vocabulario a utilizar, ya que en muchos casos este tipo de apego se ve como algo peyorativo. Al hablar de evitación, de hecho, solo se está describiendo una situación de vinculación baja o nula entre el niño y su cuidador. Durante la infancia, los niños crean esa relación directa con las personas que les cuidan, especialmente sus padres. De manera natural sienten un apego especial por ellos, que a veces, y según la propia vinculación materna o paterna, puede llegar a ser demasiado fuerte. En el apego evitativo, sin embargo, esta vinculación casi desaparece. El niño, por la falta de vinculación de sus padres o por su propia naturaleza, es más independiente y prefiere mantenerse por su cuenta, sin necesidad de una atención constante y continua.

Esto conlleva a que el niño no sienta una especial relación con sus cuidadores más allá de pasar con ellos mucho tiempo. No añora su ausencia, y aprende a estar por su cuenta, algo que puede ser positivo hasta cierto punto. Sin embargo, cuando esto deviene no de una situación consciente de sus padres, sino de la ausencia de vinculación, cariño o atención, el niño puede desarrollar esa carencia también en su vida adulta. El apego evitativo conlleva unas consecuencias bastante claras en la adultez, a la hora de generar esos vínculos con otras personas. Los niños con este tipo de apego luego tienen muchos más problemas a la hora de compartir sus emociones, de abrirse o vincularse emocionalmente con los demás. Esto se denota especialmente en las relaciones de pareja.

Inseguridad y rechazo ante la intimidad

Una de las características definitorias del apego evitativo es la falta de comunicación entre el bebé y el cuidador. Ya sea por la incapacidad de los adultos o por las necesidades del crío, cuando éste denota que no son satisfechas, tiende a reprimirlas. Esto le hace ganar en independencia, pero también conlleva una limitación a la hora de vincularse, que puede ser desastrosa en la vida adulta. El niño crece y piensa que no es merecedor de ese cariño, que sus necesidades no son importantes. Se desarrolla baja autoestima y esto conlleva una inseguridad que hace que, con los años, el apego evitativo nos haga rehuir de las relaciones profundas, donde hay que vincularse emocionalmente.

A la hora de tener pareja esto puede ser un obstáculo muy grande en la relación, ya que somos incapaces de crear ese vínculo, por miedo o inseguridad. Ocurre lo mismo en la intimidad, sobre todo en los casos donde el niño no ha recibido tanto cariño y afecto tangible. Al adulto puede costarle mucho más generar ese tipo de afecto íntimo, especialmente con  personas a las que se siente vinculado. Muchos perfiles con apego evitativo terminan teniendo relaciones esporádicas, donde el placer y no la vinculación emocional es lo que impera. Pero también puede haber cierto rechazo a la intimidad, ya que se intenta evitar todo lo que genere un paso más allá en la interacción social recurrente.

Apego evitativo y prostitución

Hay casos muy comunes en varones con apego evitativo que terminan reduciendo sus interacciones sexuales a pagar por disfrutar de intimidad. De esta manera, esa persona no se vincula emocionalmente, pero satisface sus necesidades carnales, que por otra parte, también pueden verse afectadas por ese tipo de apego. De hecho, hay muchos perfiles de este tipo de que desarrollan cierta incomodidad a la hora de entregarse al placer, especialmente cuando hay ya una relación emocional de por medio. Por otra parte, algunos estudios han apuntado también a que muchas de las mujeres que terminan dedicándose al sexo profesional por voluntad propia pueden sufrir también de apego evitativo. En su caso, desarrollarían una independencia emocional basada precisamente en su valoración a través del placer, dejando las emociones a un lado.